El médico, el hombre, el amigo
Me siento privilegiado por haber podido disfrutar en profundidad de estas tres versiones de Josep Visa. Nada por el uso que me toca hacer hoy de este privilegio. Su traspaso, aunque fatalmente anunciado en el transcurso de los últimos meses, nos ha golpeado fuertemente a su familia ya sus compañeros y amigos.
Conocí al doctor Visa cuando, bien jóvenes, hacíamos guardias al Hospital Clínico, en la primera mitad de los años sesenta. En aquella época todo estaba por hacer y teníamos ganas de hacerlo, de construir. Hacían falta, sin embargo, grandes dosis de entusiasmo y de dedicación, y Josep Visa de entusiasmo y dedicación tenía con creces. La colaboración más intensa comenzó cuando se inauguró la Unidad de Cuidados Intensivos de Hepatología y Gastoenterología, donde vivimos juntos, en el transcurso de casi cuarenta años, experiencias profesionales buenas, y algunas no tan buenas, pero inolvidables. El doctor Visa era un cirujano inquieto, imaginativo, innovador -especialmente en los campos de la hipertensión portal, la cirugía hepática y el trasplante hepático-, provocador a veces, pletórico de recursos, un líder indiscutible y un gran maestro, como queda patente por la gran valía y excelencia profesional que han alcanzado muchos de los compañeros que se formaron con él.
El malogrado compañero Albert Jovells, parafraseando la famosa "medicina basada en la evidencia", hablaba de medicina basada en la efectividad, eficacia, y medicina basada en la afectividad, afecto. Josep Visa era eficaz y cariñoso con sus enfermos. No recuerdo haberlo visto hablar con un enfermo encamado sin cogerle la mano o acariciar el brazo, ofreciéndole aquel contacto físico tanto reconfortante. El doctor Visa era un buen médico y un médico bueno.
Pero Josep Visa era mucho mas que un buen médico. Era un hombre plenamente situado a su tiempo. Las características que he remarcado antes, inquieto, imaginativo, innovador y provocador se reflejaban también en otros aspectos de su talante, haciéndolo vitalista, emprendedor ya la vez sensible y con firmes convicciones en temas sociales y políticos. Tenía opinión formada de casi todo. Estas convicciones, su talante provocador y polemista, su aguda inteligencia y una brillante dialéctica hacían difícil salir ganador en defender opiniones contrarias a las suyas. Era un gran conversador y con él se aprendía mucho de muchas cosas.
Compartí con él otras aficiones (pasiones) además de la medicina. También allí en Visa ejercía liderazgo, añadiendo a sus rasgos característicos, repetidamente llamados, generosidad, respeto y lealtad. En Visa era un buen hombre y ha sido un buen amigo.
Sus enfermos, sus discípulos, compañeros, amigos, el Hospital Clínico -fue jefe de Servicio de Cirugía General y Digestiva-, la Facultad de Medicina -fue profesor titular- y, en general, la medicina catalana tenemos mucho agradecerle y muchos motivos para recordarlo. Descansa en paz.