El libro se inicia con cuatro citas que nos dan pistas de la personalidad de un autor que en el prólogo indica la intención de la obra, que no es otra que contar recortes y diferentes escenarios de hechos mediante relatos cortos, que los ordena atribuyendo a cada uno un mes del año. Sin embargo, advierte que la vida y las divisiones de nuestro tiempo son sólo una convención arbitraria. Las narraciones son imaginarias, salvo la última, la del mes decimotercero, a lo que llama “genembre”.
Los diversos relatos son parte de un rompecabezas que a menudo sorprende, pero todos trenzan experiencias, probablemente irreales, que trazan senderos a lo largo de una vida afasionada con las de los demás.
El último capítulo es autobiográfico, sobre la última etapa vital del autor, en la que describe la tragedia de su déficit visual sobrevenido, cómo lo afronta y todo lo que sucede en el impacto de la enfermedad en el médico. Este relato pone punto y final a la ficción e introduce en la obra un colofón de realidad y un episodio del que fuimos testigos.
Es una obra bien escrita, fácil de leer y que cumple la función de la narrativa en general, por lo que es muy recomendable.