Conocemos a la autora a través de referencias anteriores de Médicos y literatura. Esta es la cuarta, una obra de madurez, de retrospección y balance. Nos damos cuenta leyendo el subtítulo y las citas y el epitafio romano, después de las dedicatorias iniciales. El prólogo es de Mònica Miró, docente literaria que, a partir del conocimiento de la escritora y su trayectoria, nos ofrece una panorámica magistral de la obra.
El texto sigue el hilo vital de la autora; la estructura intercalando prosa autobiográfica y poemas extraídos de sus poemarios. Todo sigue una cadencia narrativa que permite entender e interiorizar su existencia.
El primer capítulo contiene once recuerdos de la infancia y juventud que nos sitúan en el tiempo y el espacio, y permiten intuir la influencia que han tenido en el adiestramiento de la personalidad de quien escribe. El segundo, el más extenso, corresponde a toda su vida adulta, familiar, social y profesional. El tercero expone su etapa más reciente, desde el acceso al mundo de la poesía hasta ahora, y las conexiones que ve entre este género literario y la “función psicoanalítica”.
Las acuarelas de Elena Fieschi son las justas, pero los poemas de la Dra. Castell tienen todos los colores de su personalidad, de las emociones y todo lo vivido.