Tenemos a las manos la obra madura de una escritora con experiencia literaria. La dedica genéricamente a los pacientes y a los médicos residentes; este hecho se justifica porque el argumento está ambientado en el mundo hospitalario y en el ámbito de la Psiquiatría. Los eventos que rodean una muerte le da toques de novela negra. El texto, generoso en extensión, está estructurado en 32 capítulos que encadenan una trama que atrapa al lector, que no encuentra sosiego hasta llegar al desenlace.
La narración tiene como marco la actual forma de vivir la profesión, la asistencia en los hospitales y como entendemos hoy en día la psiquiatría, aspectos que aportan un valor antropológico sobre esta especialidad. El macrocosmos y el microcosmos nosocomial y sus entornos están bien expuestos, las descripciones son minuciosas, pero desprovistas de excesos, los diálogos son directos y ágiles, y el léxico y la gramática son llanos, sin florituras.
Al final hay un post scriptum titulado “Nota de la autora” en que nos advierte que todo el guion es una ficción; sin embargo, respira un buen conocimiento del mundo sanitario y muchos de los elementos que dan cuerpo a la trama están bien fundamentadas y tienen como trasfondo la experiencia personal de una vida librada a otros, finita antes de hora.
En resumen, esta novela tiene un gran interés y no se tiene que recomendar solamente a los lectores sanitarios, sino que satisfará a cualquier otro que decida sumergirse en ella.