La imagen de portada no sólo ilustra el marco argumental de la narración, sino también evoca parte de las vivencias de la autora como médico cooperante en Senegal. Aquel mundo y la gente con la que convivió la cautivaron, dejándole recuerdos imborrables que ahora le permiten llenar de matices todo lo que describe.
La trama parte de un viaje precipitado a Senegal que las dos protagonistas deben improvisar para visitar a su hermano, ingresado en la UCI de un hospital de ese país. A partir de ahí la acción es verosímil, llena de agilidad gracias a los diálogos de frases cortas y vocabulario muy actual, sin pretensiones superfluas. También los capítulos son breves y se ajustan a situaciones y personajes muy diversos, que configuran un microcosmos lejano, con sus colores, olores y costumbres.
Incluso lo imaginario exuda un conocimiento real y cercano de aquel entorno vivido por la autora en momentos intensos. La última parte de la obra incluye también reflexiones sobre las diferencias culturales y el sentido de la humanidad. En conclusión, una novela de buen leer y recomendable.