Los poemarios acostumbran a cuidar el aspecto físico de la edición; joya y joyero tienen que integrar un conjunto. En este caso, el volumen tiene un buen formato, una bonita cubierta, papel de calidad y una composición gráfica adecuada.
La autora dedica el libro a sus hijos y les recuerda que viven en su tiempo. Algunos poemas nos llevan de nuestra experiencia hasta la incertidumbre; en la introducción afirma que somos lo que hemos vivido y, en el prólogo, la profesora de literatura Carme López también lo destaca. El conjunto de 75 poemas concluye con la biografía de la autora.
Desde la perspectiva de la madurez, la recopilación del camino fresado, con las vivencias y las emociones acumuladas que encaran el fin del tiempo propio, rememora el antiguo precedente de las vanitas, mientras la belleza delicada de la vida fluye de un ciclo sin principio ni fin, que el título ya permite intuir.