Jaume Bosch ha muerto a los 78 años después de una vida llena de logros profesionales y personales. Nacido en Girona, en 1947, de una familia de médicos, fue un estudiante brillante, obteniendo el premio al mejor expediente académico.
Se incorpora a la Unidad de Hepatología del Hospital Clínic, justo al terminar los estudios de medicina, donde hará toda su carrera. Hace una estancia de formación en el Hospital de Veteranos de Yale con uno de los hepatólogos más destacados del mundo, Harold Conn, y allí conoce a Roberto Groszmann, argentino-americano con quien hará las aportaciones más fundamentales en el conocimiento de la fisiopatología de la hipertensión portal y su tratamiento, en el laboratorio de hipertensión portal que monta. Desde este laboratorio tiene una producción académica inmensa, convirtiéndose en el máximo experto mundial de este síndrome de los enfermos cirróticos.
Además de un investigador imaginativo y brillante, un docente notable. En su laboratorio hacen cola jóvenes hepatólogos de todo el mundo en busca de formación y currículum, porque todos saben que una estancia con Jaume Bosch asegura artículos en las revistas más importantes del mundo.
Formó parte disciplinadamente del Servicio de Hepatología, toda su vida, donde tuvo de jefes a Joan Rodés, primero, ya Vicente Arroyo y Pere Ginés, después, que tenían los mismos méritos científicos y académicos que él. Tuvo todo tipo de distinciones, concedidas por universidades, como doctorados honoris causa, y por instancias académicas, como la Asociación Europea por el Estudio del Hígado y la Asociación Americana por el Estudio del Hígado, y fue presidente de la Asociación Española y la Asociación Catalana de Hepatología.
Con toda su categoría científica y académica, Jaume Bosch era un personaje divertido, alegre, aventurero, amigo de sus amigos a los que cuidaba con atención, y enamorado de Annalisa, una excelente hepatóloga que le acompañó en los últimos años.