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El tiempo que los profesionales dedican a los pacientes es un recurso muy preciado, pero, en la práctica, se ve menguado de forma muy importante por los procedimientos burocráticos. La pandemia de la COVID-19 ha hecho muy evidente esta realidad. Uno de los exponentes más claros ha sido la saturación vivida en la atención primaria debido al alud de trámites, especialmente, los relacionados con la gestión de las incapacidades laborales (IL).
Pero, más allá de los efectos de la pandemia, existen otros factores que también han sido y son determinantes para considerar prioritaria la necesidad de desburocratizar nuestro sistema sanitario. Algunos de los más relevantes son:
El Código de Deontología del CCMC recuerda a los profesionales que deben priorizar la actividad asistencial directa por delante de un trámite administrativo demorable. En esta línea, el CCMC ha hecho público el documento de posición Desburocratizar el proceso asistencial. Una propuesta para mejorar el tiempo dedicado a la asistencia a los pacientes, en el que insta al Gobierno de la Generalitat y a la consejería de Salud, por un lado, a crear un grupo de trabajo conjunto con la máxima inmediatez para la modificación de las actividades burocráticas que son de su competencia y, por otro, a reclamar cambios en relación con todas aquellas que dependen de otras administraciones, con el objetivo de aplicar las mejoras que son imprescindibles.
Antes de entrar a hacer propuestas concretas en los ámbitos y procedimientos en los que haya más margen para reducir o suprimir la burocracia, el documento plantea unas consideraciones básicas:
1. El tiempo dedicado a actividades que no aportan valor compromete el tiempo de dedicación a la actividad asistencial para la mejora de la salud de las personas y de la comunidad, supone un desperdicio de recursos públicos y genera un clima que afecta a la autoestima de los profesionales.
2. Las actividades redundantes, reiterativas y que no aportan ninguna mejora o valor ni al paciente ni al sistema deberían ser suprimidas.
3. Las actividades burocráticas que se pueden realizar con recursos informáticos, sistemas de registro o con la participación de otros profesionales deberían resolverse fuera de los circuitos asistenciales.
4. Las modificaciones que se planteen deben ser compatibles con:
Las propuestas de mejora formuladas en el documento se centran en aquellas actividades que actualmente generan más actividad burocrática en los centros sanitarios:
Se propone incorporar las declaraciones responsables de los pacientes/trabajadores para bajas de corta duración y reducir el número de comunicados obligatorios en el caso de accidentes y enfermedades graves y/o de larga duración, haciendo prevalecer el criterio del facultativo a la hora de valorar la continuidad de la baja por incapacidad o el alta.
Los softwares de prescripción electrónica deben mantener la responsabilidad del médico prescriptor a lo largo de todo el período de vigencia, facilitando las renovaciones de los tratamientos. Esto implica que el sistema deje de considerar, como es habitual actualmente, esta renovación como una tarea que deben realizar los médicos de familia, aunque no sean sus prescriptores. Por otro lado, también implica eliminar las validaciones y visados que todavía se requieren para la prescripción de ciertos medicamentos y productos (por ejemplo, pañales): el médico prescriptor es el responsable y no hace falta realizar ninguna validación previa.
Hay que definir con más rigor y con más detalle qué informes forman parte de la cartera de servicios del sistema sanitario público y cuáles no. Y, sobre todo, es necesario difundir y hacer pública esta información entre la ciudadanía de forma adecuada y eficaz. Por otra parte, determinados trámites administrativos se podrían resolver con el apoyo y la participación de oficinas municipales o de otra administración e, incluso, de oficinas de farmacia (por ejemplo, la obtención del QR que certifica la vacunación COVID-19).
Las exploraciones complementarias deben ser solicitadas por el médico que las indica, sin que se requiera la intervención de otros médicos ni de un procedimiento de validación. Del mismo modo, si un médico remite al paciente a otro médico o si programa una revisión o seguimiento, debe responsabilizarse de los trámites sin necesidad de transferir esta petición al médico de familia. Por otro lado, en todos los niveles asistenciales se llevan a cabo tareas muy repetitivas y sujetas a protocolos bien definidos y conocidos que generan mucha presión asistencial y que podrían ser delegadas a otros profesionales bajo supervisión y responsabilidad del médico.
Hay que hacer una revisión profunda de los procedimientos de gestión y control de las actuaciones sanitarias y de los sistemas de registro y de recogida de información para evitar duplicidades y redundancias en las solicitudes de datos. Muchos procedimientos pueden ser optimizados, como las declaraciones de enfermedades obligatorias, los formularios de todo tipo que se utilizan para la actividad asistencial, para las prestaciones y para los procedimientos (médicos o quirúrgicos); para las vacunaciones escolares y para las interrelaciones entre profesionales e instituciones, etc.
Conclusiones: